El
Premio Alemán de Periodismo y Desarrollo reconoce a aquellos comunicadores que,
desde diversos rincones del mundo, informan sobre la injusticia y la opresión,
advierten de situaciones ignoradas y promueven el cambio.
Los derechos humanos
y el desarrollo van inseparablemente unidos. La protección de los primeros es
la base para que pueda darse el segundo. El progreso es, a la vez, una
condición ineludible para que los ciudadanos tengan la oportunidad de reclamar,
obtener y ver materializados sus derechos. Allí donde los derechos humanos son
violados, resulta imposible el desarrollo sostenible. Esto afecta especialmente
a mujeres, minorías étnicas, minusválidos y a quienes viven en la extrema
pobreza; es decir, a los grupos más vulnerables.
Los derechos humanos
son universales. De ellos se derivan las necesidades básicas y las libertades
fundamentales, a los cuales todo ser humano tiene derecho. El acceso al agua,
al alimento, a la educación o la participación social, puede ser exigido al
Estado por cualquier persona. Los derechos humanos, además, son indivisibles.
Opinar o intervenir en política vale tanto como el derecho a comer o a recibir
asistencia médica.
Una concepción
"humana" del desarrollo significa tener en cuenta las razones
estructurales de la pobreza y la discriminación. La miseria no es sólo lo que
se observa en las calles de un barrio marginal, sino en la mayoría de los casos
el resultado de privar a los seres humanos de sus derechos: se les niega el
acceso a recursos elementales, se les excluye de la toma de decisiones. Esta
marginación va acompañada, a menudo, de más consecuencias negativas para los
afectados.
Centrar la política
de desarrollo en la defensa de los derechos humanos ayuda a atacar los
problemas desde su raíz y, a largo plazo, a erradicarlos. La labor informativa
que homenajea el Premio Alemán de Periodismo contribuye igualmente a esto, al
darle a dichos problemas voz, espacio e imagen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario